sábado, 24 de abril de 2010

Cicatrices.

Me niego a hablar contigo sobre temas meteorologicos.

Una, visible, en la mano. De aquella noche que en tu coche (como no, uno de mis escenarios preferidos) en la que jugamos a cualquier juego tonto y acabe raspandome, y tu, fingiendo curarme, me dijiste que la saliva es el mejor desinfectante. Ahora miro esa marca, que parece un relampago, y me viene de golpe a la cabeza esa noche y tantas mas.

Te echo de menos, y me angustia esta situacion. Pero no pienso contarte el sol que hace en la playa, ni pienso comentar contigo las hazañas que hacen mis seres cercanos para volver a casa por culpa del volcan. Tampoco te comentare los (malos) resultados que el dentista me dio por la muela y mucho menos charlaremos sobre tus prepartivos para el concierto, los mios para el festival de fin de curso con los pequeños o como van los cursos, clases para oposiciones y tramites para la beca. Preferiria hablar, como haciamos antes, de temas mucho mas serios; decirte que mi color favorito ahora es el morado, o que mi nuevo anillo con forma de margarita me costo solo dos euros en una tienda que tenia todo a mitad de precio.

Esos, si eran temas importantes. Y son los mismos que hacen doler la otra cicatriz, la que no se ve, la que en teoria tu tambien notas.

¿¡Por qué te acercas de nuevo si tanto daño te hice!? No te olvidare si no me dejas.

De momento, respiro profundo, porque huele a mar. Y espero..